Si sonríes desarmas al subconsciente

Si sonríes desarmas al subconsciente

Siempre que digas “Hola”, actúa con una sonrisa. Sonríe, sonríe y sonríe.

Sonreír habitualmente cuando hablas con alguien o cuando le das la mano, es clave porque desarma el subconsciente de la otra persona, ya que cuando sonreímos, normalmente la otra persona te devuelve la sonrisa en un 80% de los casos y tanto cuando tú has sonreído como cuando sientes que te han sonreído, se contagia.

Esto es así porque tu cerebro, y el de tu cliente, se inundan de otro neurotransmisor llamado serotonina que es el mayor antidepresivo que existe. Por eso se les da en pastillas a las personas que tienen esa enfermedad.

Por lo tanto, sonríe, sonríe y sonríe, pero es importante que sea con una sonrisa auténtica, tienes que sentirlo.

¿Cuál es la diferencia entre la sonrisa verdadera y la forzada?

Que, en la primera, al mismo tiempo que sonríes, se arrugan los parpados y la segunda es sólo una mueca.

Por lo tanto, no debes sonreír con una mueca, tienes que sonreír de verdad, sintiéndolo.

En mis conferencias les digo que tenemos que ser los “pistoleros de la sonrisa” y decirles: «Hola ¿qué tal? Encantado de conocerte” (o de saludarte, según el caso), dar la mano y sonreír. Esta técnica te la aconsejo especialmente en el cierre.

Si sonríes desarmas al subconsciente

Cuando le presentes la propuesta y le digas que firme el pedido, le preguntes cuántas cajas le pones o le digas que mañana mandas al técnico, por ejemplo, siempre debes hacerlo con tu mejor sonrisa verdadera, porque esa sonrisa, como te he dicho antes, desarmará al subconsciente de tu cliente.

De hecho, te recomiendo que lo hagas hasta cuando hables por teléfono porque, aunque no veas a tu interlocutor, la sonrisa se transmite.

Si sonríes desarmas al subconsciente

Hace unos meses pasaba por el Corte Inglés y vi una chaqueta muy bonita. Sin intención de comprarla, la saqué de la percha y mientras me la probaba allí mismo, la dependienta se me acercó y me dijo:

“¿Le gusta? Le queda bien” (me dio un poco de palo que me hablara de usted, pero bueno, ja, ja, ja).

Le respondí que me gustaba, pero que no me hacía falta y entonces me dijo con una amplia sonrisa: “Nadie compra una chaqueta porque le hace falta, lo hace porque le gusta, le queda bien y le va a juego con otras prendas”.

Ya te imaginas que hice, ¿verdad?. La compré, por supuesto.

¡¡Qué importante es una franca sonrisa!!

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¿Te preguntas por qué tu empresa a pesar de tener gran número de entrevistas, estás no consiguen transformarse en nuevos clientes?

Tengo la clave y te la quiero enseñar.
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